Historias de Teteria Camellia

Parte 3

Esta es la tercera parte de Historias de Teteria Camellia, que escribió nuestra amiga Cindy Muñoz, son sólo cuatro historias:

Té tentación y romance: Alimentos de dioses para mortales en sincronía

Mientras finalizaba la llamada con sus padres y en busca de una taza limpia, Helena se dio cuenta de la presencia de una mariposa monarca. La inesperada visita parecía brincar de taza en taza, hipnotizándola, haciendo que el entorno fuera difuso y la atención se centrara en ese diminuto cuerpo. Sintió que los ojos le comenzaban a picar, sin embargo, antes de que continuara en la extraña ensoñación, alguien detrás de ella carraspeó, rompiendo el hechizo en la que estaba sumida sin darse cuenta. Volteó notando la presencia de Bastián, y al momento de regresar su vista a las tazas, la mariposa ya no estaba.

—¿Estás bien? —indagó Bastián—. Pareces algo distraída.

—Si, yo, solo…. ¿En qué te puedo ayudar? —sonrió y le tomó unos segundos volver en sí misma.

—¡Hoy es el gran día! —anunció con entusiasmo y luego dudó— Espera, ¿Te arrepentiste y ya no me ayudaras? ¿Es eso? —comenzó a entrar en pánico. Bastián era inseguro y un cambio en los planes que había estado elaborando por semanas, haría de él postergar por más tiempo lo inevitable.

Helena se apiadó de él y tomó sus manos heladas—. Todo irá bien, el plan sigue en marcha, así que será mejor que te calmes y no olvides lo que debes decir. Yo prometo cumplir con mi rol, lo único que quiero es que seas feliz.

—Gracias Helena. Por todo esto. Sara no tardará en llegar y yo necesito que esto continue …

—¿Qué continue qué? —preguntó con curiosidad una persona que acababa de llegar.

Helena y Bastián dieron un brinco en sus lugares. Sara enarcó una ceja—. Hola Helena, ¿Qué les pasa a ambos? —entrecerró los ojos.

—Bastián me estaba contando acerca de su cita de hoy. Hace tiempo que ambos no se tomaban un respiro de sus trabajos y es bueno verlos aquí. ¿Les sirvo lo de siempre? —Helena se apresuró a desviar el tema.

— Si, un té tentación para mi —decidió Bastián mirando a Sara.

—Y yo un té romance, por favor.

—A la orden, mientras tanto, su mesa favorita los aguarda.

Cuando la pareja se alejó de la entrada, rio por lo bajo. Bastián podía ser muy sumiso cuando estaba nervioso, pero fuera de bromas, lo que le tenía preparado a Sara, era un gran detalle y un plan sencillo del que formaba parte y que no se perdería por nada del mundo. Helena se puso manos a la obra y preparó las infusiones con un toque distinto que la hizo olvidar el encuentro con la mariposa monarca.

Ya todo listo, dejó un objeto adicional sobre la mesa.

—Aquí está lo que pidieron.

—Mi taza está vacía, Helena —puntualizó extrañada, Sara.

—Así es, hoy haremos algo distinto, con esta edición limitada, ustedes mismos harán su propia ceremonia del té. Esos dulces —señaló los platos en una torre—, son por cuenta de la casa en este día hermoso, en este día taa ¡ahhhhh! —Bastián piso su pie con disimulo— … ¿miércoles? —frunció su ceño a su amigo que gesticulo un lo siento en los labios cuando Sara estaba distraída en ella.

—¿Estás bien? —preguntó Sara conteniendo la risa por el sonido agudo que salió de los labios de Helena y luego preocupándose un poco.

—Si, casi me medio un calambre en la pierna, creo que debo volver, atrás. A hacer otros deliciosos tés, momento de trabajar, sí.

Ambos la miraron confundidos, Helena no era buena saliendo del paso frente a situaciones improvisadas.

—Mira, te llaman de aquella mesa —se apresuró a decir Bastián con pánico en la mirada—. Te necesitan —insistió.

Helena respiró profundo y comprendió que casi desembucha todo en un descuido—. Cierto, tienes razón, lo siento. Si me necesitan ya saben dónde estoy.

Helena tenía algo de cotilla a sus adentros y aprovechando que el flujo de clientes había bajado y cada cliente tenía entre sus manos la infusión deseada, se escabulló hacía la mesa más cercana a escuchar el desenlace en primera fila. Hoy era un día importante para su amigo.

—Bien, antes de que prepares tu té. Hay algo que debo decirte —Bastián secó sus manos húmedas en el mantel—. Yo quería, tú eres, ehm ¿Qué tal tú día hoy?

—¿Por qué de pronto estás tan nervioso? acaso son malas noticias —Sara detuvo el camino de un trozo de pastel hacía su boca.

—¡No! Espera, espérame un momento tengo todo planeado —Bastián vio los ojos tristes de Sara y se decidió que hacer a continuación, asumir la modificación a lo planeado—. Se supone que sería con palabras bonitas para que fuera un momento inolvidable del cual pudiéramos recordar más adelante, pero estoy tan nervioso que apenas recuerdo mi nombre —tomó una profunda respiración y continuó—. ¿Recuerdas como odiaba el té y tú me enseñaste que uno natural y no como lo han industrializado, marcaba la diferencia?

—Si, y luego terminaste robando todos mis sachets —rio al recordar.

—Bueno, sí, eso pasó. Hay uno en especial que detestaba por su sabor terroso hasta que me enseñaste el té romance, bueno en esta ocasión solicité a Helena estos elementos porque quiero que esta ceremonia del té signifique algo más.

Bastián siguiendo los pasos que había visto en muchos tutoriales, le sirvió el té tentación a Sara, mientras recordaba detalles de su discurso y no apartaba la vista de lo que hacía, incluso los otros clientes estaban siendo a traídos hacía la escena que de a poco tomaba forma.

—¿Me podrías decir que contiene esta mezcla? —pidió gentil a Sara que degustaba el sabor con los ojos cerrados dejándose llevar.

—Té Assam, cacao y naranja —recitó de memoria con la ayuda de sus dedos.

—Muy bien, cielo. Te negro indio de la provincia de Assam, el cacao llamado también alimento de los dioses, lo cual no dudo ni por un momento —el sonido de la risa de Sara le transmitió el valor para lo que seguía— y el dulzor de la naranja. Me quiero detener en este último.

Sara le seguía el juego y poniendo atención a su pareja que le gustaba buscar el significado a todo, y confundida lo miró asintiendo.

—La naranja simboliza la perfección porque es redonda. También marca las creencias sobre la ocurrencia del ciclo o la rueda de la vida. Además, las naranjas también simbolizan la prosperidad y la vida que fluyen —tomó sus manos a través de la mesa— …. y eso quiero hacer contigo Sara. Quiero estar a tu lado y que las cosas fluyan. Agradezco que permanezcas junto a mí, aceptando mis defectos, pero impulsando mis virtudes. Junto a ti, soy la mejor versión de mí mismo cada día —Se levantó de su asiento y tomó el frasco con la infusión de romance y la destapó dejando entrever su interior—. ¿Quieres casarte conmigo, Sara Álvarez?

Helena, por su parte abrió los ojos con mesura ¡Demonios! balbuceó y salió corriendo al mostrador.

Sara cubrió su boca con las manos y las lágrimas fueron liberadas envolviendo a Bastián en un cálido abrazo—. ¡Claro que sí! y no importa que no haya un anillo ahora mismo.

—¿Qué quieres decir?, está ahí, justo en el interior del frasco.

Secando sus lágrimas con la servilleta, Sara le dijo: —Bastián, te amo, pero no imaginaré un anillo en donde no lo hay. Y te juro que no me importa en estos momentos.

Antes de que el color abandonara el rosto de Bastián, Helena aterrizó de rodillas junto a la mesa.

—¡Mira abuela! Helena también se quiere casar con Sara —gritó Guille emocionado y la abuela Clara solo rio en respuesta.

—Mi culpa, mi error. ¡Aquí está! —dijo Helena sin aliento.

Los demás clientes aplaudieron mientras Sara y Bastián tenían un conflicto entre la risa y las lágrimas, más el último a punto de tener un ataque de ansiedad que fue disipada en cuando se besaron.

El resto de la tarde transcurrió con normalidad hasta que un destelló volvió a captar la atención de Helena, la mariposa monarca había vuelto y se dirigió con un vaivén de vuelo hacía la entrada justo cuando una señora entraba con un velo de tristeza en la mirada.